miércoles, 11 de septiembre de 2013

Donde todo acaba

Consejo: leer despacio escuchando http://www.youtube.com/watch?v=T-le0iLMmMU
Laia se despierta y observa cómo duerme tranquilo. Respira suavemente, transmite tranquilidad; pero ella está inquieta. Mitch se despierta y ve a Laia mirando sus ojos con tristeza. Ella gira la cabeza, cierra los ojos y una pequeña lágrima resbala por su mejilla. Respira hondo; respira.  Se destapa, se sienta cabizbaja sobre la cama y, tras un suspiro, la abandona. Mitch la ve marchar, ¿huye? Se aleja descalza y sin mirar atrás. El pasillo hasta la puerta es largo, pero ella lo recorre en décimas de segundo; sí, huye.
Laia deja atrás la puerta abierta y baja las escaleras tan deprisa como nunca. Corre hacia la parte trasera del edificio donde hay un campo abierto. Mitch observa cómo Laia le deja desde la ventana, todavía medio dormido. Laia corre, se mete entre los árboles y se pierde. Solo quiere eso; perderse, olvidar todo. Se encuentra sola hasta estando acompañada. Cada día le pesa más y no para de pensar en lugares desconocidos, en aventuras, en vivir. Se siente atada a la rutina y ya no quiere eso. Sigue corriendo intentando alcanzar no sequé lugar lejos de todo. Sueña con volar entre mariposas y nadar entre sirenas; con príncipes y princesas. Laia cree en los cuentos de hadas y en los finales felices. Laia anhela todo en lo que cree, y lo busca. Aparta las ramas del camino y corre. Mitch ya se habrá olvidado de ella, piensa. Sigue su camino hacia la felicidad. Ve el final del bosque; ¿estará allí mi reino?
Se apresura cuanto puede, y cada vez con más nitidez. Parece que alcanza su destino. Se imagina montando a caballos, cabalgando entre las flores, asomándose a la ventana de su castillo y pudiendo rozar las nubes. Sonríe, está allí. Lo que siempre quiso está a su alcance, solo ha de llegar hasta donde los árboles se acaban. Aunque, por más que corre, ahora parece que éste se aleja; vuelve, ¡vuelve! Un fino hilo de voz llama a sus sueños, no quiere que se escapen.
¡Laia! ¿A quién hablas? ¿Por qué te has ido?
Dios, Mitch. Estaba tan cerca. Aparece donde la vegetación cesa. Los sueños de Laia se desvanecen, otra vez. Rompe en lágrimas. La tiene, otra vez. Mitch la abraza, intenta que sonría con un cálido abrazo: todo está ya bien, volvamos a casa.

No. Nada lo está.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Soñaba en verso

Gloria estaba  cansada de tantas burlas, así que Gloria decidió acabar con ello para siempre. Anduvo campo a través hasta llegar al riachuelo que cruzaba la pequeña ciudad. Ella admiraba a los grandes poetas como Edgar Allan Poe o Lord Byron, e incluso soñaba en verso. Gloria escribió un poema mientras oía cómo el río seguía su curso y cómo la brisa lo aceleraba. Se preguntaba el porqué de la vida, de la muerte, de su vida y de si debía morir. Sabía que este mundo era de locos y que ella formaba parte de él, pero, ¿de qué manera estaba atada a este sinsentido?
Gloria pasea al lado del río bajo la sombra de los sauces; huele a otoño. Hojas cobrizas acarician su rostro y le dejan respirar la tranquilidad del silencio. Escucha. ¿Lo oyes? Es maravilloso. Parece algo triste, pero la compañía de la soledad es quizás la que más apreciaba Gloria.
¿Gloria?
¡Gloria!

Gloria yace bocabajo en el río. La corriente le arrastra. Gloria no quería esta vida ni sabía nadar. Gloria ahora hace poesía en algún que otro cómodo lugar.