Consejo: leer despacio escuchando http://www.youtube.com/watch?v=T-le0iLMmMU
Laia se despierta y observa cómo duerme tranquilo. Respira
suavemente, transmite tranquilidad; pero ella está inquieta. Mitch se despierta
y ve a Laia mirando sus ojos con tristeza. Ella gira la cabeza, cierra los ojos
y una pequeña lágrima resbala por su mejilla. Respira hondo; respira. Se destapa, se sienta cabizbaja sobre la cama
y, tras un suspiro, la abandona. Mitch la ve marchar, ¿huye? Se aleja descalza
y sin mirar atrás. El pasillo hasta la puerta es largo, pero ella lo recorre en
décimas de segundo; sí, huye.
Laia deja atrás la puerta abierta y baja las escaleras tan
deprisa como nunca. Corre hacia la parte trasera del edificio donde hay un
campo abierto. Mitch observa cómo Laia le deja desde la ventana, todavía medio
dormido. Laia corre, se mete entre los árboles y se pierde. Solo quiere eso;
perderse, olvidar todo. Se encuentra sola hasta estando acompañada. Cada día le
pesa más y no para de pensar en lugares desconocidos, en aventuras, en vivir.
Se siente atada a la rutina y ya no quiere eso. Sigue corriendo intentando
alcanzar no sequé lugar lejos de todo. Sueña con volar entre mariposas y nadar
entre sirenas; con príncipes y princesas. Laia cree en los cuentos de hadas y
en los finales felices. Laia anhela todo en lo que cree, y lo busca. Aparta las
ramas del camino y corre. Mitch ya se habrá olvidado de ella, piensa. Sigue su
camino hacia la felicidad. Ve el final del bosque; ¿estará allí mi reino?
Se apresura cuanto puede, y cada vez con más nitidez. Parece
que alcanza su destino. Se imagina montando a caballos, cabalgando entre las
flores, asomándose a la ventana de su castillo y pudiendo rozar las nubes.
Sonríe, está allí. Lo que siempre quiso está a su alcance, solo ha de llegar
hasta donde los árboles se acaban. Aunque, por más que corre, ahora parece que
éste se aleja; vuelve, ¡vuelve! Un fino hilo de voz llama a sus sueños, no
quiere que se escapen.
¡Laia! ¿A quién hablas? ¿Por qué te has ido?
Dios, Mitch. Estaba tan cerca. Aparece donde la vegetación
cesa. Los sueños de Laia se desvanecen, otra vez. Rompe en lágrimas. La tiene,
otra vez. Mitch la abraza, intenta que sonría con un cálido abrazo: todo está
ya bien, volvamos a casa.
No. Nada lo está.