Apago las luces y te quiero en mi cama. Porque el lado
izquierdo siempre está vacío, porque lo reservo para ti. Por la noche abrazo
sueños que acaban siendo pesadillas. Me apoyo en el hombro de la almohada y
busco esconder mis pies entre los pliegues de las sábanas. Pero siguen fríos.
A veces lloro apoyada en el brazo del sofá porque el tuyo no
lo encuentro y me seco las lágrimas con la manga de la camisa porque nadie les
impide caer. Le cuento mis paranoias a las paredes, pero ellas me miran raro.
Doy paseos dándole la mano al viento, que suele ir en mi contra. A veces todo
me recuerda a ti, y otras veces recuerdo que tú eras mi todo. A veces quiero
olvidarlo y, otras, quiero revivirlo.
A veces leo conversaciones ya borradas, a veces te llamo por
tu mote en mi cabeza y a veces te sonrío como antes, pero tú… tú ya no me
miras.
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